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Mostrando entradas de octubre, 2018
CURSOS DE FORMACIÓN. TRATO SIN TRUCO. Actualmente y tras la crisis económica que, ¿hemos pasado?, los ciudadanos bien por carecer de un empleo o bien por querer mejorar profesionalmente han invertido en cursos de formación, pero no todos están contentos con los servicios contratados. Si es vuestro caso y os sentís engañados debéis actuar, limitarse a devolver los recibos no es una buena idea porque la empresa puede proceder a interponer acciones judiciales reclamando las cantidades. ¿Por qué se permiten éstas malas prácticas por parte de las empresas? No se permiten. La realidad es bien distinta, desgraciadamente ya sea por temor/respeto a comenzar un procedimiento judicial o bien por razones económicas (esas mismas que le han llevado a contratar el curso para obtener un trabajo),   los afectados deciden no hacer nada y si no se hace nada difícilmente podemos conseguir algo. Pero entonces ¿qué hacemos? Mi primer consejo es informarse previamente de la empresa
¿Han “oKupado” tu casa? Confieso que éste no iba a ser el tema del que iba a tratar el post de esta semana, sino que el tema a tratar iba a ser la famosa sentencia dictada por el Tribunal Supremo, de 16 de octubre del presente año, e n la que se dictamina que quien debe abonar el impuesto sobre actos jurídicos documentados en las escrituras públicas de préstamo es la entidad bancaria, pero en vistas de que estamos en pausa lo dejaré para cuando haya novedades al respecto, que al parecer será el día 5 de noviembre. Aun así, el tema de hoy no es menos importante e interesante, ya que cada vez es más usual la ocupación de viviendas, y si bien es un movimiento que se daba más en las grandes ciudades, actualmente está presente en todo el territorio español.   En los últimos tiempos este tema no me ha sido consultado únicamente en el despacho sino que también ha surgido hablando con familiares y amigos ante el temor de a quién alquilas una vivienda. Pero si nos encontramos
Mi primer juicio. Recuerdo como si fuera ayer mi primer juicio, fue por un asunto de menores, mi por entonces compañero de despacho no podía asistir a la vista y me pidió que lo sustituyera. Y ahí estuve yo, preparándome concienzudamente cada detalle, viendo juicios de otros compañeros y estudiando mucho. Cuando llegó EL DÍA tenía una mezcla rara de sentimientos, entre la euforia y los nervios, así que antes de salir de mi casa tuve la idea de ponerme la toga, sí, sé que puede sonar raro pero así fue, me puse la toga, me miré al espejo y dije Inma eres abogada y este va a ser tu día a día a partir de ahora, así que fuerza y “al toro”. Llegué a los Juzgados con más de una hora de antelación, comprobé si íbamos en hora o con retraso en las celebraciones y aproveché para volver a hablar con mi cliente y repasar el asunto. Recuerdo con una sonrisa en los labios como, en el momento en el que me llamaron para entrar en sala, dos de los agentes de la guardia civil encarg
Ser Abogada Las preguntas habituales cuando alguien me conoce por primera vez en un ambiente de ocio y sabe de mi profesión suelen ser: ¿Te gusta tu trabajo? ¿Cómo podéis los abogados defender a ciertas personas? La abogacía quizás sea la gran desconocida, una profesión que carga con ciertos mitos que se alejan mucho de la realidad diaria de un abogado. No sé cuántas veces habré visto la película Philadelphia, para mí una de mis favoritas, pero cuando Andrew (personaje principal interpretado por Tom Hanks) es interrogado por su abogado (Denzel Washington) sobre porqué le gusta el derecho y el responde que “de cuando en cuando, no muy a menudo pero alguna vez, uno puede participar en el hecho de hacer justicia y realmente cuando ocurre es emocionante”, podría afirmar que esa frase resume porqué soy abogada. Y sobre esta cuestión poco o mucho más podría decir, porque si empiezo a filosofar sobre el amor que tengo hacia mi profesión sería el post demasiado largo y os ab